sábado, 21 de enero de 2017

Creo que me voy a morir
una mañana de verano
o una tarde de invierno
o una noche de primavera.

Cuando suceda, y espero que falte mucho,
no voy a tener miedo, ni alegría,
ni flores cortadas, ni una gran alcancía.

Sí ruego a quién corresponda,
tal vez a mí misma, no sufrir dolor.
Sí sé que voy a sentir pena de viento,
de no acariciar más mi mundo,
de extrañar el oleaje fecundo,
de extrañar el frío y el calor.

Y quiero que mis lágrimas sean puras
y mi mirada serena,
quiero un techo de cielo
y una cama de arena.

Y cuando ya no respire
y las gaviotas se asombren
yo quiero una cuna sin nombre
entre algas y sal.